El brezo, los brezos (porque básicamente hay dos que se confunden con frecuencia), son especies bastante contradictorias con lo que generalmente pensamos de ellas. Desde luego, su hábitat son los bosques de hayas, robles, pinos, todos ellos evocando vegetación, humedad, riqueza… Pero en realidad se trata de unas plantitas, o manchas gigantescas de plantitas, oportunistas, que llenan los claros formados en los bosques por incendios, ramoneo excesivo del ganado o suelo empobrecido. Así que ¿bellos? desde luego; ¿enriquecedores? no tanto…
Por Pepe Plana
Fotos de Covadonga Gala y Shutterstock
Viajando por nuestras comarcas del noroeste es muy normal llenarse la mirada con enormes manchas pardas vistiendo las laderas desnudas… ¡esos son los dominios de los brezos! Y lo mismo sucede recorriendo Sierra Morena, o Gredos, o Cataluña, o las Baleares. Podemos decir que allá donde ha sucedido «algo malo»: un incendio, excesiva presión ganadera o la funesta aparición del hombre, se crea una calva en un bosque que rellenan los brezos (Calluna y Erica), del mismo modo que en otros lugares lo hacen las jaras (Cistus). Esas calvas se acidifican y empobrecen con rapidez, ya que no cuentan con el manto humífero y protector del dosel arbóreo, y eso les vuelve locos a estas plantitas acidófilas por antonomasia. Ya conoces el refrán «si no puedes vencerlos, únete a ellos», así que más vale que nos aliemos a los brezos, que extraigamos de ellos todas las bondades, que las tienen sobre todo las estéticas porque son bellísimos, y les permitamos la entrada en nuestro jardín.
EL BREZO COMO CERRAMIENTO
Si tecleas en el buscador de Internet «brezo», seguro que te aparecen muchos lugares, muchos puntos de venta, anunciando «rollos de brezo para ocultación». En efecto, las ramas extraídas o recolectadas en el campo del brezo común o arbóreo (Erica arborea) se utilizan para formar con ellas paneles trenzados con alambre de diversas alturas para coser a las alambradas de separación entre parcelas, fincas y jardines y así impedir las vistas. También se emplean estas cortinas hechas con brezo para forrar techumbres de pérgolas y gazebos, cubrir cajoneras y evitar así las heladas de las plantas jóvenes conservadas en ellas, e incluso para instalar sobre los umbráculos, consiguiendo esa sombra que muchas especies requieren.
CUIDADOS BÁSICOS
La plantación.
Para poder disfrutar las flores de los macizos de brezos en su momento, a primeros de octubre y en adelante, deberás efectuar la plantación en otoño, siempre que no se trate de una zona donde sean previsibles heladas duras, persistentes y cortantes. El brezo adora los climas templados, con inviernos y veranos suaves, como los de nuestro atlántico.
El terreno.
Los suelos ácidos, importantes para la vegetación óptima de los brezos, son los que albergan más vida y, por consiguiente, los que deben contar con más aire en sus intersticios para favorecerla. La porosidad es básica en esos terrenos que enseguida pasan del encharcamiento a la pudrición.
La multiplicación.
El procedimiento más lento y complicado es la siembra, que requiere condiciones protegidas y la espera de al menos tres meses hasta el repicado. La estaca es
el método más habitual y rápido, pero también requiere condiciones controladas. Por último, el acodo, consistente en enterrar una rama baja del brezo sin separarla de la planta madre, es el método más seguro y, tal vez, el ideal.
El emplazamiento.
El lado norte de los árboles o de los macizos de árboles son los emplazamientos favoritos de los brezos, y también los patios, porches… Ahí encontrarán esa sombra ligera y benefactora que permitirá a su follaje y floración librarse de las peligrosas quemaduras y desecaciones.
El riego.
No debe faltar el agua y la humedad en los macizos y macetas de brezos todo el tiempo, pero sobre todo durante la fase de embotonado y floración. Una fuerte marchitez por sequía podría hacer perder todo el espectáculo tan esperado durante todo el año. Se impone un sistema de riego por goteo para complementar la humedad natural de las zonas adecuadas de plantación.
Cómo es un brezo
Un brezo es lo más parecido a un día de lluvia, fresco, chispeante, suave, plumoso… Cuando hablamos de brezos, pensamos en hojas pequeñas, casi brumosas, de las que surgen florecillas divertidas, en forma de campana u olla, típicas de la familia Ericáceas a la que pertenecen, como el madroño. De todas formas, hablamos de brezo y deberíamos hablar de brezos, porque en realidad son tres los que más conocemos; aunque en realidad, en la práctica, solo manejamos en jardinería uno: Calluna vulgaris. Estos son los brezos que podemos observar y disfrutar en la naturaleza:
- Brezo propiamente dicho (Erica arborea y gracilis). Arbusto de tamaño medio a grande, que también puede llegar a arbolillo, con ramas algo sinuosas, fuertes, duras; y cogollos remarcables a ras de suelo que desde siempre se han usado para leña calorífica. Hojas casi aciculares, de tamaño medio, con flores blancas a lo largo de los tallos.
- Brezo de jardín o brecina (Calluna vulgaris). Verdadera filigrana de la naturaleza, pequeño arbusto (30-50 cm) con tallos pequeños y erectos llenos de follaje diminuto, lineal, del que surgen miríadas de flores en grupos densos con colores variados dentro de los rojizos: rosa, rojo, púrpura…
- Brezo de montaña (Daboecia cantabrica). El más salvaje y silvestre de todos, también algo rudo para aparecer en jardines, con porte algo desgarbado, follaje de mayor dimensión al igual que las flores (blancas), que no aparecen de forma densa. Además, su aclimatación a vivero no es fácil, por lo que tampoco es fácil su adquisición. Como puedes ver, nuestro interés jardinero se centra sobre todo en la brecina, que es la que podremos disfrutar en innumerables presentaciones en la tienda, y lugares en nuestro jardín.
Los brezos en el jardín
El Atlántico es su hábitat predilecto, al tratarse de especies acidófilas (amantes del suelo ácido, degradado tras un incendio o en un bosque aclarado). Aquí el brezo no tiene problema aunque le dé el tibio sol del lugar, cuando en el resto de nuestras zonas climáticas habrá que buscarle siempre la sombra. Además, en otras regiones será preciso sustituir el suelo de plantación por sustrato ácido, mientras que en Asturias, Cantabria, etc., no será necesario. Consideraciones generales, estéticas y culturales:
- Los brezos son especies que adoran la humedad, en lugares secos se defolian rápidamente, llenándolo todo de acículas secas.
- Salvo en el Atlántico, que soportan el sol, los brezos son especies de sombra. Si acaso, se les puede exponer al sol de la mañana, pero siempre que el lugar del jardín no sea demasiado caluroso.
- Odian las heladas, y sucumben fácilmente a varios días seguidos cercanos al cero. Si tu zona es fría, será mejor que desistas de los brezos… o los pongas en patios, galerías, o incluso en interior.
- Especie ideal para zonas ventosas, ya que su follaje plumoso deja pasar el viento sin dañarlo.
- Requiere suelo ácido, tierra de brezo, castaño, etc., su hábitat natural es el claro del bosque con casi siempre sustratos ácidos y degradados.
De todo lo dicho, se deduce que los lugares favoritos de los brezos no son los favoritos nuestros para decorar con
ellos, y no tendremos más remedio que adaptarnos. Buenos emplazamientos son los parterres de especies acidófilas, junto a azaleas, rododendros, hortensias… También jardineras en porches y patios formando setos floridos. Si deseas plantarlos en el suelo del jardín, deberás efectuar un vaciado parcial y rellenar el pedazo de tierra elegido con sustrato ácido. Y todo ello siempre preferentemente a la sombra.
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