Para conseguir que tu jardín luzca absolutamente maravilloso y lleno de color esta temporada, te traemos las plantas de otoño que no pueden faltar y que harán de estos meses, tus favoritos. Toma nota:
ACER PALMATUM
Los arces japoneses son plantas de otoño que permiten disfrutar de árboles en la terraza, el porche o bajo la pérgola. Su reducido tamaño y lento crecimiento lo permite. Solo te piden sombra luminosa, sustrato ácido y, naturalmente, recipientes bien grandes y desgranados. Las especies de hoja verde se ponen rojas en otoño, y las de follaje rojo tornan a un atractivo púrpura. Una poda de formación ligera cada mediados de verano consigue que luzcan más apretados de manera ideal.
EVONYMUS ALATUS
Este arbusto es una verdadera atracción en todo el jardín. Sus troncos y ramas son alados, es decir, cuentan con un tejido celuloso a modo de vela, que se considera antihielo en invierno y refrigerante en verano. Su follaje, poco relevante a lo largo del año, se vuelve un rojo vivo en cuanto el otoño va a adueñándose del ambiente. Le gusta el pleno sol y los suelos algo arcillosos. Su crecimiento alcanza los 2-3 metros en condiciones favorables.
COTINUS COGGYGRIA
En primavera, todos nos extrañamos y asombramos con las inflorescencias caniculares con aspecto de cabellera blanquecina (su acepción vulgar es árbol de las pelucas) que asoman de él. Tras eso, el Cotinus se comporta como un excelente arbusto de fondo de ambiente, con esos 3-4 m de altura que alcanza con facilidad en media docena de años. Como plantas de otoño, muy pronto, la tonalidad de sus hojas es entre cobre y naranja, llamando la atención sobremanera.
RUDBECKIA FULGIDA
Flores tardías, como la Rudbeckia, resultan tan útiles y prácticas a finales de temporada que casi son necesarias. Esta flor es norteamericana, comportándose allí como una vivaz muy agresiva e invasora con sus vigorosos estolones cubriendo el suelo. Aquí es mucho más comedida y su desarrollo no puede denominarse invasor. Su color, amarillo semidorado, combina a la perfección con los follajes otoñales de árboles y arbustos.
LAGERSTROEMIA INDICA
Este arbusto o arbolillo es muy completo. El árbol de Júpiter, como también se le llama, tiene tronco y ramas desnudos, con un delicado aspecto marmóreo. Las hojas, pequeñas, brillantes y coriáceas, visten cada ejemplar desde abajo. Al final de cada vástago surgen las flores, en inflorescencias con textura de papel de un blanco al rojo negruzco. Por fin, su librea otoñal púrpura remata cada temporada configurando un gran espectáculo previo a la caída.
PARROTIA PERSICA
Conocida también como árbol de hierro. Con este dato podrás entender la bella coloración que adoptan sus hojas ovaladas y con la base redondeada en otoño, color hierro o estéticamente oxidado. Es un arbolito o arbusto de Irán, de 4-5 m de altura a lo sumo, así que es plantable en jardines pequeños y medianos.
El tronco también es bello, con corteza lisa que se desprende fácilmente. Necesita suelos bien drenados y ligero sombreo.
GINKGO BILOBA
En España, tenemos el otoño más dorado en todos nuestros ríos con los chopos blancos (Populux Alba). Pero esos mastodontes son poco extrapolables a los jardines de tamaño reducido. Por eso te aconsejamos, para disfrutar del amarillo oro en el tuyo, el ginkgo, que adopta una librea áurea que filtra el sol con exquisitez, a la vez que llena el suelo con sus hojas-escudo caídas, tan originales. Busca ejemplares macho, porque de lo contrario sus frutos huelen mal. Estas plantas de otoño son imbatibles.
ASTER NOVI-BELGII
Desde finales de verano, los macizos de vivaces se visten de gala cuando aparecen desde sus partes posteriores, unas gigantonas varas de múltiples capullos, presagio de una verdadera cortina de color. Son los Aster, que alcanzan el metro de altura con facilidad y que animan el jardín de principios de otoño de forma imparable. A la hora de realizar macizos de vivaces, o vestir rocallas, piensa en estas pequeñas estrellas que te asombran cada año.
QUERCUS RUBRA
Su acepción vulgar –roble rojo– nos indica la coloración otoñal de este árbol que, sin duda, forman los bosques más bellos del planeta. Junto a ellas, arces, serbales y alguna especie más de librea especial, este roble se transforma cuando llega noviembre y parece rugir con ese color rojo sangre que no te puedes creer. Otra gracia de este primer espada del otoño es la forma de su copa, muy redonda y simétrica, con ramas que, de tan horizontales, arrastran por el suelo.
CHRYSANTHEMUM MORIFOLIUM
Pocas flores tienen tanto polimorfismo y son tan divertidas como el crisantemo… que muchos consideran injustamente flor de difuntos. Aunque florecen para Todos los Santos y se utilizan para adornar los cementerios, dan vida y alegría allí donde recalan. Corolas sencillas dan paso a otras tan dobles que llegan a pesar un cuarto de kilo, con más de cien pétalos (o lígulas, ya que se trata de una especie Compuesta o Asterácea).
RHUS TYPHINA
Las hojas del zumaque de Virginia no cambian de color todas a la vez cuando llega el otoño. La falta de sabia se va notando en los foliolos de delante a atrás, creándose una escala de colores que forman un resultado a lo lejos de interesante tono pastel. Este arbolito se cultiva en todo el mundo para aprovechar esta cualidad. Su éxito es imparable y siempre se piensa en él a la hora de efectuar la lista de plantaciones en el diseño de todo jardín.
LIQUIDAMBAR STYRACIFLUA
A no ser que el otoño se presente de sopetón y con heladas tempranas, los liquidambar van cambiando de color desde el verde claro brillante de verano, hasta ese ámbar, entre ciruela y calabaza, para llegar al rojo marronáceo final. Es muy importante para que en el otoño de un liquidambar sea lúcido que no muestre carencias en verano. Para ello, comprueba que no le falta tierra bien drenada, algo ácida, y sobre todo quelatos de hierro para absorber mejor los nutrientes.
