Plantas un acebo (a poder ser tres, ya que se trata de una especie dioica, con pies macho y hembra, y se requieren ambos sexos para que haya frutos), y al poco tiempo, sin prisas, comienzas a escuchar pisadas, trinos, actividad diversa en tu jardín. Hay visitantes de lujo que aparecen al reclamo de sus frutos y hojas. Mirlos, estorninos, tal vez con suerte ¡un urogallo! Y es que este arbusto, además de bellísimo, es una verdadera bomba ecológica que te recomendamos vivamente…
Por Pepe Plana
Fotos de Covadonga Gala e iStock
Cada vez que contemplo un acebo (Ilex aquifolium), quedo sorprendido de la eficiencia del reino vegetal (reino Plantae) en la fabricación de
sus órganos, de sus tejidos, de sus pigmentos. Te lo sintetizo en 4 puntos:
• Madera lisa, durísima, densa (se hunde en el agua, no flota).
• Hojas coriáceas, con bordes a lados como navajas y pinchos que se clavan como agujas. Limbos verde oscuro, brillantes y valiosos. ¡Y dimorfismo
en altura! Las hojas de abajo pinchan, pero no las de arriba, con bordes lisos. En lo alto de la copa las hojas no tienen pinchos, porque solo se trata de un mecanismo de defensa ante los herbívoros.
• Frutos sensacionales, en tropel. Algunas veces llenan las ramas
y vástagos. Drupas llenas de alimento, sustancia, pero sobre todo… ¡belleza!, con ese brillante rojo bermellón descollando sobre el verde oscuro foliar.
• Las flores blancas son bonitas, como todas las flores, pero no son el objeto central de decoración de un acebo. Plantar un acebo en el jardín es sinónimo de plantar alta decoración.
Como decíamos, el acebo (Ilex aquifolium) es una especie dioica, existiendo pies macho y hembra, que son los que fructifican. Si lo compras sin fruto, asegúrate que se trata de un ejemplar hembra. Seguramente, en el centro de jardinería los tendrán identificados, pero si no es así, deberás comprar tres y te asegurarás que entre ellos figura un pie hembra (ojo, los pies macho son preciosos, tal vez más que los hembra, pero no fructifican).
GUÍA DE UTILIZACIÓN JARDINERA
Un acebo es polivalente en el jardín, puedes utilizarlo de mil formas y todas resultarán bellas y utilísimas. Eso sí, huye del pleno sol, de los climas secos y tórridos, de los suelos muy alcalinos y arcillosos (aunque no es muy exigente en características del terreno), de los encharcamientos… Tres son las mejores utilizaciones de este estupendo arbusto grande o pequeño árbol:
1. Como ejemplar aislado. Para ello, prepara el monedero porque un acebo grande, de 2-3 metros en cubeta, tronco principal grueso, bien ramificado desde abajo, con certificado de tratarse de un pie hembra, puede costar por encima de 300 €. En medio del césped, con el sol del poniente eliminado por árboles altos y un alcorque susceptible de ser acolchado en invierno con, por ejemplo, las hojas caídas de esos mismos árboles, el resultado puede ser maravilloso, de órdago a la estética.
2. Como macizo o grupo. En medio de una pradera, una isleta de una bordura o parterre, o el bancal de una rocalla poco tendida, los acebos sobresaldrán con su brillo y colorido, sobre todo en otoño-invierno. Cada planta, si la deseas lucida, te costará del orden de 20-30 € y te aconsejo que no plantes menos de 5 por grupo, sin crear las rectas, formando macizos arriñonados, sobre suelo bien negro de materia orgánica. De nuevo, el jardín ganará muchos enteros decorativos.
3. Como seto. Efectivamente, la enorme resistencia del acebo a los cortes, recortes y podas permite crear setos y alineaciones defensiva potentes, bonitas, de gran calidad y longevidad (un acebo puede llegar a centenario, y se conocen ejemplares hasta de 300 años). La densidad de plantación podría ser de un pie cada 40-50 cm (dos al metro, o tres si creas tu seto al tresbolillo). Enmarca con setos de acebos áreas reservadas a paseo o intimidad. No los cortes demasiado bajos, una buena altura podría ser 80 cm-1 metro. Utiliza plantones de 20-30 cm, que te costarán del orden de 6 euros.
CUIDADOS BÁSICOS
La plantación
En otoño, mayor seguridad. La plantación invernal del acebo puede ser demasiado dura para él; sobre todo si el hoyo está helado. Por su parte, la primaveral podría hacer abortar la floración, con la consiguiente pérdida de todos sus frutos. Sin embargo, en otoño, haya o no frutos en sus ramas, el acebo tiene tiempo de arraigar hasta los fríos y no se muere ni uno. Plántalo en ese momento.
El emplazamiento
Todo menos a pleno sol. Los acebos a pleno sol solo están permitidos en aquellas áreas que disfrutan de clima templado y húmedo, como las atlánticas o influenciadas. En el resto del país, debes huir de la insolación completa. Ahórrale, por ejemplo, el poniente con una cortina de chopos. O el mediodía, situándolo bajo árboles altos y no demasiado frondosos.
El terreno
Algo ácido. Como buena planta que se desarrolla feliz bajo los doseles arbóreos de los bosques, el acebo desea un poco de acidez para encontrarse a sus anchas. También hace falta una cierta profundidad del terreno para sustentar ejemplares que pueden darse de hasta 6 m, con voluminosa copa.
El riego
Que no falte humedad. El acebo no avisa. Cuando sufre una falta acusada de agua en el suelo, comienza una defoliación imparable. Las hojas
no muestran marchitez, ya que son de textura de cuero y no se marchitan, pero los peciolos se secan y ya no las sujetan. La única forma de subsanar el trauma es reanudar los riegos y esperar que se produzca una nueva brotación. Si no…
La poda
Informal, de contención. No sabes lo horrible que resulta un acebo, o un seto, pantalla o cortina de acebos, tallados de forma rígida. Ni siquiera en podas de arte topiario me gustan. Cuando se rompen las hojas por acción de las tijeras, siempre es peor el remedio que la enfermedad. Por eso, cuando podes tu acebo, que sea cortando ramas o ramillas, no follaje.
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