En el norte, hay muchas palmeras, aunque quizás no tantas como en el sur o en levante. Sin embargo, tienen tanto valor histórico y simbólico –además del ornamental– como sus congéneres de la costa mediterránea. Pero hay algo que las está amenazando… Es el picudo rojo, una plaga extendidísima por todo el oeste y centro de la cornisa cantábrica, y ya empieza a mostrar su cara más fea, pues las palmeras están muriendo en grandes cantidades, sobre todo en el concejo asturiano de Gijón, que es donde más abundan. Allí hay más de 2.100 ejemplares de palmera canaria según estimaciones. El palmeral de Gijón es el mayor palmeral de Asturias y, probablemente, de toda la zona cantábrica. Es esta concentración de palmeras lo que facilita mucho el desarrollo y dispersión de la plaga.
Por Fernando Hortelano Vázquez de Prada,
ingeniero agrícola y paisajista, director de Acanto. Jardinería y Paisajismo, en Oviedo.
©Fotos de Fernando Hortelano Vázquez de Prada, Nike García Domínguez y Terapia Verde.
El picudo se ha reproducido rápidamente
Nadie se esperaba hace años una expansión tan rápida, ni unos ataques tan virulentos, pero, sin duda, estos últimos veranos extremadamente largos, cálidos y secos, han favorecido la explosión del picudo. La buena noticia es que aún estamos a tiempo de salvarlas. Ahora ya existen métodos de lucha muy efectivos como se ha demostrado en la zona levantina. Allí –gracias a la actuación conjunta de universidades, administración, propietarios de palmeras y empresas especializadas– han conseguido salvaguardar los palmerales históricos como el Huerto de las Palmeras de Elche, que fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2000.
¿Cómo es nuestro atacante?
El atacante es, como hemos dicho antes, el picudo rojo (Rhynchophorus ferrugineus), un escarabajo curculiónido o gorgojo de gran tamaño –alcanza los 5 cm de largo en climas cálidos–. Desconocido hasta hace poco en estas regiones, ha ido devastando los palmerales de la zona mediterránea durante varias décadas. Parasita en muchas de las palmeras más utilizadas en paseos, parques y plantaciones, aunque sus preferidas son la palmera canaria y la datilera.
Los orígenes de su aparición
Esta plaga polífaga originaria del sudeste asiático, se estableció en el mediterráneo oriental y desde allí viajó a España dentro de palmeras importadas de Egipto. El primer caso se detectó en Almuñecar (Granada) en 1993, más tarde apareció en Málaga, Almería, Murcia, Alicante, Elche, Mallorca… en un recorrido hacia el este cuajado de palmerales que facilitaron la extensión del insecto.
Además, otras circunstancias como el clima favorable, la ausencia de enemigos naturales, sucesivas importaciones de palmeras y de madera infectadas y la falta de conocimientos sobre el combate del gorgojo ayudaron a la invasión por la plaga de toda la zona mediterránea. Mientras tanto, también viajó hacia el Oeste, llegó a Córdoba y Sevilla, rebasó
la Andalucía Atlántica, saltó a las Islas Canarias (donde se erradicó en 2016), cruzó Portugal y en enero del 2015 se encontró en palmeras de las rías bajas gallegas. A finales del año 2017 se detectaron ataques del picudo rojo en el centro del Principado de Asturias, y a comienzos del 2018 se reconoció oficialmente como organismo nocivo presente en el Principado. El gobierno regional tomó medidas de prevención y combate, como el establecimiento de un censo de palmeras que, lamentablemente, abandonó en el año 2019.
Biología del picudo rojo
Este gorgojo gigante es muy difícil de combatir por las características especiales de su ciclo vital. Es un insecto que experimenta una metamorfosis completa, de forma que pasa por las cuatro fases de huevo, larva, pupa y adulto volador. El ciclo comienza cuando un picudo adulto hembra llega a la palmera y pone de 300 a 500 huevos en la base de las hojas. Al eclosionar, aparecen las larvas que inmediatamente agujerean la palmera devorando el interior, dirigiéndose a la zona más blanda y apetitosa: la corona o yema apical por donde crece. Las palmeras canarias son monocárpicas. Esto quiere decir que solo tienen una yema o punto de crecimiento, de forma que cuando este muere o es devorado por el picudo, también muere sin remedio la palmera.
Su impacto sobre la palmera
Cuando la larva completa su crecimiento –tarda de 70 a 220 días en función del clima–, forma un capullo con las fibras de la palmera y pasa dentro la fase de pupa, donde sufre los cambios que la transforman en insecto adulto. Transcurrido entre 15 y 30 días, aparece el gorgojo gigante. Los adultos permanecen dentro del tronco de la palmera mientras tengan alimento. Allí se encuentran ambos sexos y se produce la cópula que dará lugar a nuevas puestas de huevos por la hembra. De esta forma, las sucesivas generaciones de picudos rojos devoran toda la yema de crecimiento de la palmera hasta que la matan. Llegado ese momento, los gorgojos adultos dejan la palmera muerta, salen al exterior y vuelan hasta encontrar nuevas plantas para parasitar.
Además de los daños anteriores, la actividad del insecto provoca pudriciones en el interior de la palmera que pueden dañarla gravemente. Estas pudriciones continúan aun cuando el picudo haya desaparecido.
Los síntomas del ataque del picudo rojo
- Ruido producido por las larvas al roer.
- Mal olor por pudrición del centro de la palmera.
- Orificios de salida de los adultos por los que se puede ver salir un líquido viscoso de color rojizo y restos de fibras.
- Crecimiento de palmas dañadas, roídas o inclinadas.
- Asimetría en el crecimiento de la palmera. Debilitamiento de las palmas centrales.
- Desplome y caída de la zona central del cogollo de palmas.
Te contamos cómo se combate
Actualmente, combatir al insecto se orienta hacia la lucha integrada; un método de combate antiparasitario complejo que incluye la monitorización mediante observaciones y el uso de trampas con hormonas de dos tipos: feromonas (atrayentes emitidos por los propios insectos) y cairomonas (atrayentes de depredadores de origen vegetal); el empleo
de lucha biológica a base de la inoculación de hongos y nemátodos (gusanos microscópicos) parásitos del gorgojo; la aplicación controlada de tratamientos insecticidas; y medidas culturales, como las podas.
¿Qué hacer si tenemos palmeras en zonas de picudo?
Cuando los síntomas son evidentes, la palmera suele estar ya muy afectada y es muy difícil salvarla. Si queremos evitarlo, tenemos que actuar de forma preventiva antes de que el insecto ataque o los daños sean irreversibles:
- Estar alerta y fijarnos en las palmeras cercanas por si alguna tiene daños.
- Podar solo en invierno y solo palmas ya secas (poda de limpieza) ya que los picudos son atraídos por las cairomonas presentes en la savia.
- Si hay palmeras infectadas cerca, tratar de forma preventiva con inyección de insecticida al tronco de la palmera. Es preferible hacerlo con una empresa especializada.
- Avisar a los servicios de parques y jardines de la ciudad en cuanto veamos palmeras afectadas.
- Las palmeras muertas por picudo se deben talar y eliminar los restos, ya que contienen ejemplares vivos del insecto.