Para que tus plantas puedan crecer de la mejor forma posible, es imprescindible que se den las mejores condiciones. Además de la luz, el agua y los nutrientes justos, hay algo que tu planta necesita por encima de todo para crecer de forma saludable: espacio suficiente. Lamentablemente, muchas veces, nos olvidamos o descuidamos este requisito fundamental. Aquí te contamos, de la mano de COMPO, por qué es tan importante trasplantar tus plantas y darles el espacio que necesitan y cómo hacerlo paso a paso.
¿Por qué conviene trasplantar?
- Si la maceta en la que se encuentra la planta está completamente enraizada o es demasiado pequeña, el sistema radicular no podrá seguir desarrollándose y, por lo tanto, tus plantas no crecerán de la mejor forma posible.
- El trasplante mejora la estabilidad y evita el crecimiento unilateral.
- En el caso concreto de las plantas recién compradas, suelen venir en recipientes demasiado estrechos y, como el espacio para las raíces es limitado, la planta no se desarrolla de forma ideal.
¿Cuándo y dónde debes trasplantar?
Se recomienda trasvasar las plantas a una maceta más grande con una frecuencia de entre uno y tres años, en función de su crecimiento. Por lo general, las plantas pueden trasplantarse en cualquier época del año, pero lo ideal es aprovechar el comienzo de la fase de crecimiento, que tiene lugar entre febrero y abril. O sea, ¡ahora es tu momento! Como muy tarde, deberás buscar una nueva maceta para tu planta en el momento en el que el substrato esté completamente enraizado. La maceta debe ser dos o tres centímetros más grande que la anterior. En el caso de las plantas más antiguas, que ya no se trasplantan cada año, el diámetro de la nueva maceta debe ser unos cinco o seis centímetros mayor que el de la antigua. Antes de trasplantarla, debes comprobar si tiene plagas como pulgones o arañas rojas.
Trasplantar en 4 pasos
1. Prepara la nueva maceta
Cubre el fondo de la nueva maceta con grava, fragmentos de arcilla, hidrogránulos o similares para evitar que el sustrato se filtre. Además, esta base también mejora la aireación, ya que se evita que la humedad se quede estancada y que, por tanto, las raíces se pudran.
2. Retira la maceta antigua
Retira la planta de la maceta antigua. Si el cepellón está muy enraizado, despréndelo un poco. Poda las raíces más gruesas y demasiado largas para favorecer el crecimiento de la planta. Debes eliminar las raíces secas o podridas por completo.
3. Coloca la planta en la nueva maceta
Llena la nueva maceta con un poco de substrato, ya sea universal o uno especial que se ajuste a las necesidades de tu planta. Coloca la planta en la maceta y enderézala. Termina de llenar la maceta de sustrato hasta que quede dos centímetros por debajo del borde.
4. Riega la planta
Cuando ya hayas prensado bien el nuevo sustrato, añádele un poco más de tierra. Es importante que dejes un espacio de uno o dos centímetros entre el sustrato y el borde de la maceta. Así, tendrás ese borde de riego disponible y será más fácil regar la planta sin que el agua se desborde. Coloca la planta en un platillo o un macetero impermeable. Por último, riega bien la planta con un chorrito fino de agua tibia, sin encharcar. Hazlo desde abajo utilizando un platillo o con la ayuda de un macetero. Si el sustrato está demasiado húmedo, añádele un poco de arena a la superficie y vuelve a remover el material.
Otros consejos que te ayudarán
- Afloja un poco el sustrato antes de utilizarlo para evitar que se apelmace o compacte.
- ¡Recuerda que la maceta debe tener el tamaño adecuado! Si el macetero es demasiado grande, las plantas se ocuparán de echar raíces y no concentrarán su energía en la formación de hojas o flores.
- Utiliza un platillo o un macetero esmaltados para que la humedad no se filtre hacia dentro.