¿Cómo puede la Naturaleza llegar a crear tanta belleza, tanta particularidad? Aquí tienes la fucsia, una flores péndulas, con doble fila de color: la exterior, cáliz con sépalos sensacionales; y la interior, una corola con pétalos maravillosos. La combinación de ambos órganos da como resultadolas fucsias, únicas de la Naturaleza y… ¡en tu jardín!
Por Pepe Plana
Fotos: Covadonga Gala
En el comienzo de mis experiencias con fucsias, una recomendación es que prestes atención al invierno de tu zona. Todas las especies del género Fuchsia son frioleras. Sí, es posible que puedan soportar algún grado bajo cero puntual, pero si la cosa se prolonga acabará sucumbiendo. Otra cosa será si tu comarca es cálida, de inviernos suaves; en ese caso, en ella podrás cultivar fucsias al aire libre, siempre a la sombra, disponiendo macizos de acompañamiento a senderos y sotobosques, creando decoraciones para porches, pérgolas y cenadores en recipientes, e incluso realizando podas en forma de tallo alto para contar con ejemplares aislados.
Así de polivalente y socorrida es esta planta semiarbustiva, más famosa por su nombre (dio nombre al color fucsia) y originales flores vistas en fotos y cuadros, que por su presencia física entre nosotros.
Los protagonistas de su popularidad son los obtentores y, por supuesto, los floristas que han puesto a nuestro alcance los pendientes de la reina en forma de ejemplares baratos y fáciles de situar en alféizares de ventanas, terrinas de interior y mesas de terraza. ¿Quién puede prescindir desde principios de temporada de una preciosidad que será admiración de todos? Eso sí, ciertamente efímera…
Sus 5 cuidados básicos
*La plantación
En invierno, en zona cálida. Solo te aconsejamos plantar fucsias en
el jardín, es decir, al exterior, en climas suaves como los del litoral. En este caso, ponlas en el macizo durante el invierno, para que desplieguen sus flores desde primavera. Si las vas a plantar en una terraza de clima frío, cómpralas cada año, a principios de primavera.
*Exposición
Sombra… y algunos rayitos. Los pendientes de la reina son de sombra. Resulta estupenda la creación de macizos al pie de árboles grandes, pero también les gustan algunos rayitos de sol que pasan entre las hojas. A pleno sol, sus días están contados (en terraza, si acaso, en orientación saliente).
*El terreno
Nada como la tierra vegetal. La fucsia es una especie americana que crea sotobosques en zonas no demasiado frías y bien humíferas. En tu jardín, dale tierra vegetal, obtenida entrecavando buena cantidad de estiércol hecho o mantillo al suelo natural. Una vez plantada, necesita buenos acolchados que la aíslen de plagas y humedades.
*El riego
Que nunca se quede en seco. Desde luego, nuestra planta del mes adora los aportes de agua regulares y abundantes. No hay nada que pueda hacerle más daño que quedarse en seco por un fallo en el turno de riego. Pero tampoco conviene que padezca la influencia de una humedad elevada. Procura no mojar sus hojas y acolcha el terreno bajo ella.
*Multiplicación
Sobre todo, por esqueje. No es fácil propagar fucsias. Cortando estaquillas leñosas a la salida del invierno, se puede conseguir una vivencia del 10%. Haciendo esquejes maduros en otoño, puede subir la cota al 25.
Su lugar favorito
Las bases de los grupos de tus árboles son lugares idóneos para que las fucsias creen sotobosques de una belleza increíble. Aglomeraciones de 25-30 ejemplares, a poder ser de la misma variedad, conseguirán efectos de tapizado del terreno, al más puro estilo de rosas cubresuelos, pero en sombra. Cuando están en flor, el espectáculo resulta difícil de narrar.
Pero no solo de sotobosques vive el hombre. Con fucsias puedes hacer setos, borduras y alineaciones llenas de gracia y clase. Y también rellenar macetones para el porche o el cenador, con 3 o 4 ejemplares por recipiente, que se cubrirán de flores y se descolgarán con brillantez.
Larga vida a la fucsia
Con 4 o 5 euros te puedes comprar una fucsia, que podrá estar
a tu lado 6, 8 e incluso 10 años (en exterior). Ya sabes que sin
las flores no existirían los nombres de los colores, y el fucsia proviene de esta planta bautizada en honor del botánico alemán Fuchs, igual que el violeta lo hace del género Viola, el lila del lilo (Syringa), el rosa de… (ya sabes), y así sucesivamente. Hoy, se vende de forma masiva Fuchsia hybrida, resistente a mosca blanca y obtenida a partir de F. magellanica, triphylla y boliviana, con flores péndulas (siempre) anchas, grandes alas formando amplias campanas, y al menos dos colores, el de los cuatro pétalos interiores con tonos fuertes y el de los sépalos exteriores del cáliz, frecuentemente blancos.
Nuestra experiencia
> Las hojas devoradas y roídas indican el ataque de orugas polífagas, como la lagarta, la gardama o la oruga de librea. Al menor síntoma recurre a un buen insecticida polivalente.
> Si tu zona es muy fría, planta fucsias en primavera y trátalas como anuales, no resistirían el invierno.
> En clima suave puedes plantarlas en lugares de definitivos. Entonces te reclamarán poda a un tercio de su volumen al final del invierno.
> Le gustan los acolchados gruesos, porque protegen el suelo, que debe contener suficiente materia orgánica para evitar amarilleos y marchitamientos.
> La mejor manera de regarla es mediante un sistema de goteo que actúe a diario. Nunca permitas que pase sed.
> Si la quieres en casa, que sea en la terraza, sin que le dé el solazo de lleno.
Ojo a la mosca blanca
Las plantas también tienen su historia, y esta ha vivido malos momentos. Cuando alguna “pasa de moda” siempre es por algo, como ocurrió en los años 60: el geranio era demasiado facilón; la aspidistra evocaba decadencia; el clavel estaba muy visto (hasta en las solapas); la alegría de la casa era modesta e insignificante… ¿Y qué le pasó a la fucsia para, casi, desaparecer? Que se moría, sucumbía ante su plaga endémica, la mosca blanca, que contagiaba a pelargonios, cóleos…, y sus admiradores se hartaron. Hoy, vuelve con fuerza esta maravilla de flor péndula y colores variadísimos, por dos razones: 1) los obtentores han conseguido variedades resistentes a la pesadísima mosca blanca; 2) ahora sabemos que adora, en lugar de un oscuro interior o un tórrido alféizar, el frescor de un macizo sombreado bajo los árboles o las jardineras de la barandilla de una fresquita y aireada terraza.
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