TE damos algunas soluciones muy prácticas y fáciles para que puedas conservar el frescor de tu jardín, durante todo el verano.
1. PLANTA EN LOS MUROS
Recúbrelos de vegetación (hiedras, clemátides, parras…), así evitarás que la luz se refleje, contribuyendo al recalentamiento del ambiente.
2. DE LINDE, MEJOR UN SETO
No instales un muro alto para delimitar tu jardín. Te conviene una demarcación porosa, filtrante, por ejemplo de paneles de trama. Y si la combinas con un seto vivo o solo este, mejor.
3. ENCALA LOS CRISTALES
Es la mejor manera de refrescar el invernadero o emplazamientos donde tengas siembras. También abre puertas y ventanas, para que, por ejemplo, sigan germinando las lechugas y escarolas de verano. Notarás frescor enseguida.
4. SOMBREA LAS MÁS EXPUESTAS
Y las más sensibles a las temperaturas elevadas o a las recién plantadas. Si están en macetas, colócalas al pie de otras mayores para que les hagan sombra. Si no, instala pantallas vegetales o artificiales.
5. NO DEJES ZONAS SIN PLANTAR
Puedes hacerlo con la vegetación de especies tapizantes en caso de que en tu zona no convenga plantar césped. Cuenta con ballotas, alquemilas y cerastios para sitios soldados, y saxífragas, ajugas y helxines para sombra.
6. RIEGA CON LA PUESTA DE SOL
Tras una jornada sofocante, las plantas están exhaustas, y si no reciben agua al final del día, mal podrán acometer su transpiración nocturna, que es la que refresca el ambiente. No esperes a que se haga muy de noche para el primer riego; dáselo con el último sol de la tarde y repite en las primeras horas de la mañana para que aguanten hidratadas las horas más duras. Y, por qué no decirlo, mantendrá el frescor de todo el espacio exterior.
7. COMPRUEBA EL RIEGO
Ten en cuenta que, en pleno y tórrido verano, un mal funcionamiento
de cualquier aparato de riego, por pequeño que sea, originará un desastre en tu jardín en ¡horas! Recorre visualmente tus áreas verdes y, al menor síntoma de sed, arregla la posible avería.
8. AUMENTA LA FRECUENCIA
Cuando el calor apriete, riega más a menudo en cantidad más reducida. Es la forma correcta de realizar el suministro de agua en el caso de un golpe de calor o en días extremadamente calurosos.
9. EN LUGAR DE ENLOSADO, GRAVILLA
Si piensas pavimentar el patio o una zona del jardín, apuesta por la gravilla. Los diminutos gránulos ejercen entre sí una acción de autosombreo, de forma que no llegan a recalentarse en exceso. También, los triturados de piedra natural, rocallas y cantos rodados, es decir, los áridos, tienen una función decorativa, pero a la vez evitan la evaporación del agua debido al calor excesivo.
10. UNA FUENTE, UN SURTIDOR…
El agua que se oye, que salpica, que cae para luego subir y salir disparada, como lo hace desde el surtidor de una fuente, supone un alivio contra el calor, además de un placer para el oído.
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