En mi jardín no verás dalias, quiero decir que, en las zonas de mi jardín dedicadas al ocio, los juegos, la belleza natural o forzada, no verás dalias. Y sin embargo, cerca de mí siempre hay dalias, sobre todo plantadas en macetones del porche o en algún tablar de la huerta. Y es que cada dalia es un mundo en sí mismo, y no conviene apagar su espectacularidad al fondo de un macizo. La importancia de llamarse dalia. Una flor con peso cultural, estético y físico.
Por Pepe Plana
Fotografías de Covadonga Gala e iStock
Más que una margarita
Una dalia es una margarita, eso para empezar. Pertenece a la familia Asteráceas, antes denominadas Compuestas, que es donde podremos encontrar a todas las margaritas: desde un margaritón estival a una manzanilla. O desde un girasol a una margarita de los prados. Y también desde una caléndula a un crisantemo.
Pero la dalia no es una margarita más, porque se trata de una de las flores más brillantes, coloridas, variadas y ¡gigantescas! del panorama jardinero.
Es por esto que te digo que no acostumbro a plantar dalias en los macizos del jardín. Prefiero personalizarlas, disfrutarlas por separado en macetones o crear un bancal del huerto a base de dalias, por manchas de variedades. Eso sí, siempre bajo un “palio” o umbráculo para que no queden arrebatadas por el sol del verano, que cada año es más fuerte y peligroso.
Ahí, en el huerto, y ya que las dalias son tuberosas (cuentan con raíces tuberosas, que no tubérculos como las patatas), conviene dar al terreno una labor bien profunda de azadón o motoazada. Luego, plantar los tubérculos a una cierta distancia, nunca a menos de 40 o 50 cm uno de otro. Completa la acción una buena instalación de riego localizado (un gotero para cada planta). Ten preparado un paquete de tutores para cuando aparezcan esas flores pesadas, encendidas, solemnes…
LOS 5 CUIDADOS BÁSICOS
La plantación
Mientras no hiele… eres libre para enterrar todas las dalias que desees. Puedes escalonar las plantaciones, por ejemplo, de semana en semana, para contar con floraciones mucho más duraderas. Desde mediados de verano hasta bien entrado el otoño. Haz hoyos generosos para que las raíces profundicen y las flores soporten mejor los vientos sin doblarse.
El emplazamiento
Imprescindible, el sol. Aunque puedes conseguir dalias al sol-sombra, nunca contarán con flores tan potentes y coloristas como cuando se encuentran a pleno sol. Además, a la sombra, los tallos son debiluchos y no habrá más remedio que entutorar.
El terreno
Fértil y profundo. Las dalias quieren un terreno parecido al que desean las patatas tempranas: profundo, para que puedan medrar los tubérculos y bien fertilizado con materia orgánica para que el complejo arcilloso pueda romperse con facilidad. Huye de los terrenos arenosos y pedregosos o muy calizos.
El riego
No se lo escatimes. Si el suelo es profundo y franco, el agua queda retenida mucho mejor que si es arenoso, pero aún así el riego de las dalias en verano debe ser frecuente y copioso para que no se produzcan marchitamientos. Además, con sequía se malogran los botones orales y cesa la producción de flores.
La multiplicación
Busca y rebusca sus raíces tuberosas. Igual que harías al recoger las patatas en el huerto, debes hacer con las dalias. Una vez finalizado su ciclo vital, remueve bien el terreno con una horquilla y busca tubérculos (raíces tuberosas) aletargados. Una vez extraídos, puedes dividirlos y estratificarlos en arena, viruta, serrín, etc., y guardarlos para plantarlos en la próxima primavera.
Consejos básicos para cultivarla
• ¡A plantar! Acude a tu floristería o centro de jardinería favorito y adquiere esas bolsitas con tubérculos de dalias. Generalmente encontrarás un tubérculo por bolsita para no mezclar variedades. Haz hoyos individuales amplios y entierra cada dalia al doble del tamaño de la raíz tuberosa.
• ¡Disfrutarlas… y cortarlas! Podemos decir que la estación de dalias por excelencia es el otoño, pero solo la primera mitad de la estación dorada. Octubre presentará bancales llenos de dalias maravillosas que podrás admirar… o cortar para los jarrones de tu casa. O elaborar ramos para el camposanto.
• Cultivo y primeras cosechas. Durante el verano, las dalias crecen una barbaridad, hasta llegar a esos tamaños considerables, 80-100
cm que albergarán enormes flores bellísimas. Mantén el suelo sin malas hierbas y no permitas que se queden en seco; que las dalias se amrchiten se paga caro…
• Prepara el terreno. Con las primeras lluvias de otoño debes dar una pasada de azada al futuro suelo de las dalias para enterrar las malas hierbas del verano (abono sideral); no se trata de
una labor profunda. Al cabo de uno o dos meses, con el suelo
en tempero, ya podrás acometer una cava profunda, enterrando materia orgánica.
Si quieres saber más sobre lo mucho que sabe Pepe Plana acerca de las dalias, no te pierdas el número 289 de tu revista Mi Jardín. Para conseguirlo, llámanos al 916326251 o escríbenos a suscripciones@revistamijardin.es