Las margaritas tardías. Sí, sí, sí, todavía verás margaritas. Son las margaritas tardías de otoño. Las tienes de todos los tipos, las hay para todos los gustos… Y con ellas el jardín se mantendrá bello hasta que llegue el invierno.
Por Pepe Plana Fotos: Covadonga Gala
ESTAS SON LAS MARGARITAS
Decir margarita es casi como decir flor. En efecto, cuando pensamos en margaritas, pensamos también en el célebre “me quiere, no me quiere”, y también se nos vienen a la cabeza las margaritas de primavera, con el margaritón (Leucanthemum maximum), las margaritas de tintorero (Anthemis tinctoria) y la manzanilla (Matricaria recutita) a la cabeza.
Pero existe un sinnúmero de especies florales con las que puedes realizar ahora, que el otoño está cercano, esta práctica de enamorado empedernido: dalias, crisantemos, heliantus, áster, osteospermum, …
¿LAS CONOCES?
La inmensa mayoría de lo que conocemos y asociamos con “margaritas” pertenece a la maravillosa familia Asteráceas, conocida de toda la vida como Compuestas. ¿Por qué se denominan Asteráceas? Debido a que es su buque insignia, el primero que apareció con las características de la familia, fue el áster, del género Aster, con su ramillete de especies brillantes y coloristas: amellus, novii-belgii, novii-angliae, alpinus, dumosus...
LAS COMPUESTAS
Tras él, llegó toda esa pléyade de flores… Compuestas. ¿Y por qué se denominan Compuestas? Esto es porque sus flores en realidad son un conglomerado de flores diminutas; si observas una “margarita”, verás que mantiene un cogollo lleno de oquedades, pues bien, cada uno de ellas es una flor. Incluso sus “pétalos”, son lígulas o flores modificadas en forma de pétalos circundantes que tienen el objeto de atraer a los polinizadores con sus formas y colores.
NO SOLO PARA TODOS LOS SANTOS…
Es verdad. Muchas de las plantas que suben a flor en esta época conforman maravillosos ramos para la festividad de Todos los Santos, a caballo entre octubre y noviembre, pero eso no les resta ni un ápice de prestigio ni les debe hacer tristonas.
Al contrario, son, además de bellísimas, fuertes, duraderas y muy amoldables para formar macizos, composiciones y ramilletes. A diferencia de sus compañeras de familia (bellis, antemis, manzanilla, leucantemo o margaritón), que florecen en primavera, cuando la luz del día comienza a hacerse interminable, estas margaritas tardías lo hacen a finales de verano y en otoño, una vez que las jornadas se van acortando, oscureciendo, enfriando… Son las especies de día corto.
SE CUIDAN (CASI) SOLAS
A estas alturas, las plantas van pidiendo muchos menos mimos. Desde el momento que caen las primeras lluvias consistentes, el suelo adquiere tempero (ni encharcado ni reseco) y eso permite un trabajo más sencillo en él de cava, rastrillado y apertura de hoyos.
Ya ves, solo tienes que plantar ahora nuestras margaritas tardías, crisantemos (Chrysanthemum y Argyranthemum), dalias (Dahlia), ásteres (Aster), girasoles tupinambos (Helianthus) o rudbequias (Rudbeckia) y conseguirás colores brillantes, del blanco al púrpura; formas interesantes, porque las hay de un metro y medio de envergadura; y fragancias deliciosas…
UN AÑO EN SUS VIDAS
• VERANO
A finales de la estación se plantan las margaritas tardías, compradas en el vivero incluso ya con algún capullo apuntando. Los hoyos deben ser profundos y el terreno, más bien compacto.
• OTOÑO
Comienza en este momento la subida espectacular a flor, alcanzando las matas hasta el metro y medio en el caso de los crisantemos, dalias, áster y helianthus. Conviene entutorar y, si se desean flores grandes, hay que desabotonar los tallos, eliminando todos los capullos laterales.
• INVIERNO
Tras la oración, ya a las puertas del invierno, las matas se podan a la mitad de su desarrollo. En zonas de inviernos muy duros, se deben tapar ligeramente o llevar a un lugar protegido. En el caso de las dalias, habrá que cortar a ras de suelo y extraer los tubérculos.
• PRIMAVERA
A mediados de la estación, tras el crecimiento inicial, hay que efectuar la poda más seria cerca del suelo. En el caso de las dalias, se efectúa la plantación de los tubérculos en la mitad de la primavera, aprovechando la ocasión para multiplicarlos por separación de hijuelos.
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