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Mundo bonsái: Entrevista a Bjorn Bjorholm

by Redaccion
Bjorn

Hemos tenido la oportunidad de charlar con Bjorn Bjorholm, creador de Eisei-en y de la plataforma docente online conocida como Bonsai U, con motivo de su mudanza a Japón. Era la realidad que tocaba, tras varios años de actividad frenética y de su retorno frustrado a los Estados Unidos. Es pionero en el mundo del bonsái, en el que sus creaciones reflejan claramente una mezcla de las culturas americana y nipona, las que ha tenido que abrazar y, a la vez, lidiar con ellas. Bjorn ha cogido lo mejor de cada casa y es capaz de demostrarlo con su arte vegetal tan peculiar.

Por Luis Seijo Maceiras

«Cada 20 años, y durante más de 1.000 años, el santuario de Ise es demolido y uno nuevo se erige en un terreno adyacente reservado para ese propósito. Algo muere, algo nace, y las dos cosas son la misma». (Donald Richie)

Alessandro Malaspina, (1754-1810) célebre explorador, noble y marino italiano al servicio de la Armada Española, a menudo se quejaba de que en su país de adopción era conocido como «el italiano». No obstante, en su Italia natal se le apodaba «el español». Sentenciado a 10 años de prisión por conspirar contra el todopoderoso Godoy, tuvo ocasión de reflexionar durante su cautiverio sobre su propia identidad y la peculiaridad de pertenecer a dos mundos y a ninguno a la vez.

Bjorn

Si algún pionero occidental del bonsái conoce esa sensación bien, ese es sin lugar a dudas, Bjorn Bjorholm (1986 Tennessee, EE.UU.). Tuve la oportunidad de entrevistar para Mi Jardín a este creador de Eisei-en y de la plataforma docente online conocida como Bonsai U, con motivo de su mudanza a Japón. Era la realidad que tocaba, tras varios años de actividad frenética y de su retorno frustrado a los EE.UU.

Durante nuestra conversación, Bjorn admite sentirse muy identificado con las tribulaciones del explorador ítaloespañol y su doble identidad. Describe su regreso a los Estados Unidos en 2018 tras casi 10 años de estancia en Kouka-en (Osaka) como un enorme reto de readaptación. Su inmersión en la cultura japonesa de la mano de su maestro Keiichi Fujikawa, con el que acabó mimetizándose, y la adopción inevitable de maneras y costumbres del país asiático supusieron una barrera peculiar e incómoda para su integración en su Tennessee natal. Pero también supuso una oportunidad.

Sus creaciones artísticas dan fe de ello. Cómo entender, si no, ese maridaje de culturas y esa mezcla de lo sublime y de lo kitsch. Así lo escenifican sus Juniperus monosperma recuperados de las montañas rocosas, transformados al más puro estilo japonés en obras maestras encaramadas a barriles de bourbon. Y cómo enfrentarse al reto de volver a Japón tras tanto esfuerzo, abandonarlo todo, vender hasta el más preciado de sus ejemplares en los EE.UU., y lograr introducirse en ese mundo del bonsái nipón, si no es con el atrevimiento de un japonés muy norteamericano. 

Regreso al origen

Eisei-en, su jardín en Nashville, renace de sus cenizas en Kioto como lo hace el santuario de Ise cada 20 años. «Algo muere, algo nace, y las dos cosas son la misma», que diría Donald Richie. Su imprescindible crónica de viajes, El mar interior, nos enseña que esa es la única manera de parar el tiempo. Algo que los japoneses han descubierto y que tal vez el subconsciente de Bjorn aprendió de esa cultura milenaria. A lo mejor por eso regresó con su familia a Japón hace apenas un año. «Me estaba quemando», admite, trabajando de sol a sol en su vivero.

Ya le advirtió su maestro que tener su propio negocio sería mucho peor que su aprendizaje en Kouka-en. Allí trabajaba 7 días a la semana, 365 días al año. De esa época de su vida recuerda el tremendo esfuerzo físico y mental que supuso perseverar, durante años y en un ambiente casi marcial, a pesar de la afinidad con Fujikawa san.

Bjorn

Buscando su lugar en el mundo

Describe su vida actual como un oasis. Habla de downsizing, pasando de regentar un vivero de 10 hectáreas a construir un jardín de 400 m2 con apenas 60 o 70 ejemplares.  Sus vídeos más recientes cuelgan en YouTube como un goteo constante, inspirándonos con su sencillez y cautivándonos con el relato eterno de un hombre buscando su lugar en el mundo. Son vídeos que nos muestran todo el proceso de reconstrucción de un jardín varado en el tiempo, adornado por vigas de criptomeria japonesa.

Cada pequeño detalle de su construcción contrasta con el narrador fornido de casi dos metros de estatura y aspecto juvenil. Es él mismo quien nos cuenta su particular regreso al futuro iniciado a los 16 años con motivo de un intercambio cultural.

Aparentemente, todo nació de una historia de amor. Bjorn admite que no hubiese sido capaz de soportar tanto cambio sin el apoyo de su mujer, a quien conoció al poco tiempo de llegar a Japón. Ella fue imprescindible durante su aprendizaje y continúa inspirándole a pesar de las distancias oceánicas y culturales que han tenido que recorrer juntos. Gran comunicador y afable interlocutor, Bjorn parece navegar por la vida. Resulta aquel explorador italoespañol que un día se atrevió a adentrarse en los fiordos de Nueva Zelanda, dejando para la posteridad la huella de la Armada Española en las antípodas de todo.

Bjorn

El proceso lo es todo

Pregunto a Bjorn, como hice con Luis Vallejo y David Benavente, si se decanta en el arte del bonsái más por la proporción como Luis o por la forma como David. Tras alabar a ambos, describe a David como uno de sus artistas internacionales favoritos y a Luis como un personaje irrepetible. Se inclina inicialmente por la forma. Pero, al profundizar en la reflexión, llega a la conclusión de que son las sutiles diferencias artísticas las que le cautivan y en las que encuentra la esencia del arte. Y es que, en Japón, el proceso lo es todo, no como en occidente, donde el resultado final domina el pensamiento estético. Tal vez por eso, evita grabar vídeos cortos, tan de moda en las redes. «Me siento como si estuviese vendiendo mi alma al hacerlo», me dice.

Disfruta mucho más de sus vídeos narrativos, alguno filmado con objetivos anamórficos diseñados por él mismo. Respecto a su condición de celebridad en el mundo del bonsái, comenta que rara vez se siente como un famoso. Y eso que cuenta a su haber, su extraño encuentro con el príncipe de Abu Dabi o el ocasional reconocimiento por la calle. En todo caso, comenta que su mujer se asegura de que mantenga los pies en el suelo. De momento, prefiere centrarse en el futuro. Con su plataforma Bonsai U como eje central y el cultivo equilibrado de sus árboles y de sus relaciones familiares como objetivos principales. 

Al finalizar la entrevista, me comenta que seguirá organizando tours de la Kokufu ten. Esta consiste en una exposición culmen del bonsái japonés, que se celebra todos los años en el Museo Metropolitano de Arte de Tokio. Además, comenzará a recibir estudiantes extranjeros en Eisei-en Kioto a partir de 2026. Yo me apunto a la lista de espera sin vacilar. Al despedirme de Bjorn, sueño con el día en que el destino me lleve a navegar por mi peculiar mar interior de la mano de sus bonsáis. 

Si quieres leer la entrevista al completo en el formato papel, no te pierdas el número 318 de la revista MI JARDÍN. Para conseguirlo, llámanos al 916326251 o escríbenos a suscripciones@revistamijardin.es

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