Los setos son protectores y también elementos decorativos. Son nuestros grandes aliados en el jardín, como linde o para separar ambientes. Lo importante es elegir el seto que mejor defina nuestra casa e incluso a nosotros mismos. ¿La clave? Combinar colores y formas.
Plantado en las lindes de la finca, el seto juega un doble papel. Tanto desde la calle como desde el jardín. El diseño de plantación y la elección de los ejemplares define un estilo, un ambiente y una decoración. Es la primera impresión que recibe el visitante cuando llega a tu casa. Y no solo del tipo de vivienda que se va a encontrar. También del carácter y el modo de ser del propietario que la habita.
La altura del seto es un elemento determinante en el efecto ‘acogida’. El muro vegetal tiene su utilidad, pero debe mantenerse en proporciones humanas. Vivir tras una altísima pantalla verde puede tener sentido en determinadas situaciones familiares o personales. Pero la verdad es que crea un ambiente mucho más agradable y menos carcelario cuando se adivina qué hay a un lado y otro del seto. Cuando solo se busca algo práctico, los setos homogéneos a base de coníferas o aligustres, lauros o laurel, cumplen su papel. En ambientes urbanos, por ejemplo, son un pantalla muy eficaz contra el ruido y el medio más seguro para conseguir intimidad. Aunque, ojo, pueden resultar monótonos.
Por otro lado, no hay que despreciar el papel decorativo de los setos, ya que proporcionan movimiento, ritmo y estilo al entorno. Un seto a su aire, libre, expresa un ambiente relajado. En esto también influye que la pantalla vegetal esté formada por una sola especie o que se componga de diferentes clases.