El otoño llega definitivamente cuando intensos rojos, naranjas y ocres dibujan la silueta del arce. Aunque es amante de los suelos ácidos, se cuida prácticamente solo en cualquier región y, una vez establecido, constituye una auténtica joya ornamental. ¿No te gustaría tener uno en tu jardín? Te contamos cuáles son las claves para conseguirlo y sus cuidados básicos.
¿Cuál te gusta más?
Antes de decidirte por una especie de arce, infórmate sobre las dimensiones reales que alcanzará al final de su desarrollo y comprueba que cuentas con espacio suficiente para alojarlo en tu jardín.
1 MUY JARDINERO. Su lento desarrollo y su bajo porte hacen del arce menor (Acer campestre) uno de los más utilizados. Sus hojas, compuestas por 5 lóbulos enteros, son verde oscuro por el haz y más claro por el envés. En otoño se vuelven amarillas o rojizas.
2 ROJO ESPECTACULAR. Conocido como arce rojo por el intenso color de sus hojas en otoño, Acer rubrum es aún más
espectacular cuando el suelo es ácido o neutro. En primavera, sus ramas desnudas se cubren de diminutas flores rojas.
3 ANTES DEL OTOÑO. El Acer pectinatum de la variedad forrestii no suele pasar de arbusto. Tanto las ramas como los peciolos de sus hojas son rojos, y estas se tiñen de rojo purpúreo al llegar el otoño.
4 DE VERDE A CARMESÍ. El Arce japonés (A. japonicum) tiene hojas palmadas de entre 7 y 11 lóbulos según la variedad y de color verde claro que en otoño se transforma en un atractivo carmesí. En primavera produce ramilletes de florecillas púrpuras.
5 FRUTOS ROSADOS. De porte extendido y hojas verdes que enrojecen en otoño, A. capillipes tiene la particularidad de presentar ramificaciones completamente desnudas y de color verde y blanco al cabo de los años. Entre las hojas, aparecen las sámaras rosadas.
6 PORTE ARBUSTIVO. Hojas muy seccionadas de entre 5 y 7 lóbulos y color verde franco que en otoño se torna amarillo, naranja o carmesí, caracterizan al Acer palmatum. Su porte es casi siempre arbustivo. En primavera produce flores rojizas.
Guía de cuidados esenciales
- SITUACIÓN
Hay tantas variedades de Acer que lo raro sería que compartieran todos sus gustos. Los hay que prefieren pleno sol, como A. Platanoides y A. negundo; otros que están mejor a la sombra, como los japoneses; y otros, como A. Campestre, que prefieren semisombra. - TERRENO
La cal es uno de sus peores enemigos, lo que hace recomendable añadir tierra de brezo o de castaño al terreno si este es muy alcalino. Además, les encanta tener las raíces fresquitas y por eso prosperarán mejor en suelos ricos y húmedos que no se encharquen. - RIEGO
Solo tus ejemplares más jóvenes y los cultivados en maceta te reclamarán riesgos frecuentes. Riégalos por debajo, directo a la raíz. - PODA
Una vez al año y preferiblemente en verano, que es cuando antes se secan las heridas, conviene eliminar la madera seca y las ramas desordenadas. También deben eliminarse los chupones. - MULTIPLICACIÓN
Las especies botánicas se propagan por semillas instaladas a cubierto en otoño, aunque también se pueden tomar esquejes a finales de invierno. Las variedades o cultivares se propagan mejor por injerto a finales de invierno o por acodo en verano.
Y algunas soluciones para el éxito
Vigila la humedad
Los ácaros, como la araña roja, adoran los ambientes calurosos y secos y se instalan en las hojas provocando deformaciones y caída prematura, dejando pequeñas telarañas en el envés. Mantener una humedad constante es fundamental para prevenir su aparición. Para combatirlos lo mejor es recurrir a un buen acaricida, como Insecticida Acaricida Natural EC, de Solabiol.
Fungicida a mano
El hongo Rhytisma acerinum es el responsable del manchado de las hojas del arce, que se materializa en grandes manchas de un reluciente color negro ligeramente rugosas. Para prevenir la caída prematura de las hojas y el efecto antiestético que provoca este hongo, puedes fumigar tus arces con un fungicida polivalente como Fungicida Polivalente Duaxo Concentrado, de COMPO. Recoge las hojas enfermas a medida que caigan al suelo para evitar el contagio a otros ejemplares.
No mojes las hojas
Las eflorescencias harinosas que desarrollan la superficie de las hojas delatan al oídio, que acabará decolorando y deformando el follaje, especialmente el más tierno. También puede frenar el crecimiento de la planta. Si esto pasara, retira las hojas infectadas y pulveriza con un buen fungicida, como Fungicida Antioídio, de Flower. Riega directamente sobre las raíces y evita mojar el follaje.
Si quieres saber más acerca de los arces y de cómo cultivarlos y disfrutar de ellos en tu jardín, no te pierdas este reportaje, que puedes leer al completo en el número 307 de la revista MI JARDÍN 307. Para conseguirlo, llámanos al 916326251 o escríbenos a suscripciones@revistamijardin.es