Por delante, las más pequeñas; detrás, más pegadas a la pared, las más altas. Fíjate, así de bien se ha diseñado este rincón en el que, contra un muro, prosperan de maravilla las plantas elegidas.
Estarás de acuerdo en lo soso que resulta llegar con un césped hasta la base de un muro. De todos modos, habría que dejar una franja para la primera rodada de la máquina cortacésped, y evitar así las antiestéticas barbas de los bordes, inalcanzables por las cuchillas. Así que lo que proponemos es crear belleza y color a base de flores, tapando la frontera entre ladrillos y hierba. Antes que nada, se impone instalar el bordillo perimetral a ras del suelo y cavar muy bien el terreno dentro del parterre, incorporando materia orgánica. Después, solo queda efectuar las plantaciones e instalar el goteo.
Este macizo es una estupenda transición entre la pradera de césped y el muro perimetral del jardín,
de ladrillo con tejadillo. Delante, para separarlo de la hierba, una alineación de adoquines conforma una bordura que evita que la raíces de las vivaces se cuelen en la pradera.
El atlántico es el clima más adecuado para este florido y armonioso rincón junto a la pared. Ten en cuenta que parte de un césped, apropiado para este clima húmedo, y hemos seleccionado hostas, celosías y hierbas de San Benito (Geum), felices al sol-sombra, además de las durísimas todo terreno penisetum, argirantemum y aguileña. Atención a los musgos, en la sombra junto al muro.
Si el terreno se encharca, es malo
A la humedad endémica del clima atlántico no conviene añadirle ni una gota de agua superflua. En los terrenos que drenan mal aparecen de forma inmediata los hongos de pudrición, con armillaria y botritis como abanderados, para, poco después, hacer acto de presencia caracoles y limacos. Para prevenir todas estas indeseables visitas, nada como efectuar un buen drenaje antes de plantar cerca de la pared. Puedes, por ejemplo, mezclar arena de río al suelo y efectuar una ligera pendiente de escorrentía.
1. Geum Pentapetalum
Aunque parece una margarita (Asterácea), la hierba de San Benito es una preciosa rosácea que florece en pleno verano con espléndidas y elevadas cimas o capítulos con corola de cinco pétalos rojos, rosa y blancos. Necesita poda por floración otoñal y acolchado invernal.
2. Pennisetum setaceum
Especie gramínea que se llena de espigas plumosas en verano, permaneciendo secas y decorando gran parte del invierno, hasta la poda anual a ras de suelo, cuando se observan pobres y debilitadas. Necesitan suelo nutritivo y drenado.
3. Argyranthemum frutescens
Este crisantemo resulta ideal como fondo de macizo, gracias a su inflorescencias altas y potentes, de todos los colores. Una vez pasadas las flores, en otoño, se poda bien abajo.
4. Aquilegia alpina
Vivaz semitapizante, con exóticas flores con cuernos posteriores. Le gustan los terrenos pobres, bien drenados y al sol. Florece en primavera y verano. Agradece mantillo todos los otoños. Idónea para jardines rústicos.
5. Hosta fortuneii
Relevante por sus hojas carnosas, brillantes y acanaladas, así como por sus espigas de flores azules, muy decorativas. Gusta de la sombra tenue y el agua abundante. Cuidado con los caracoles que las adoran.
6. Celosia Cristata
Como su pariente cercano, el amaranto, la celosía es una especie anual que cada año hay que comprar en el centro de jardinería y plantar en el macizo. Como todas las Amarantáceas, es sensible a la mosca blanca, que hay que vigilar con frecuencia y tratar con piretrinas al primer síntoma.
Los cuidados que necesita
• Cava y rastrilla. Si el suelo es virgen o no ha sido cultivado, deberás empezar el trabajo con un cavado de descostre con el azadón. Después, desterrona y rastrilla para nivelar.
• Incorpora abono. Sobre el lienzo en blanco que es tu tierra, extiende una generosa capa de materia orgánica bien recortada; por ejemplo, mantillo, estiércol o, en último extremo, turba. Incorpórala al suelo mediante una cava ligera o pasando la motoazada.
• El terreno, ácido. El suelo para la mayoría de estas plantas que hemos escogido debe ser de carácter ácido, por ejemplo con un pH rondando el 5, 5-6. Además, debe carecer de piedras y terrones de tamaño apreciable.
• Planta. Reparte los ejemplares en el suelo del macizo a la distancia adecuada y teniendo siempre en cuenta que los que preveas que alcanzarán mayor desarrollo debes situarlos al fondo, junto al muro. Planta con cuidado.
• Y riega. Desde el sistema principal de riego, extiende un tubo de conducción de agua a baja presión para regar las plantitas con los goteros intercalados. Programa riegos escasos.
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