Los arces han engalanado, como todos los años, los paisajes de este otoño. La variedad es asombrosa, pues el género Acer está compuesto por unas 160 especies. ¿Quieres sombra para tu césped? Acer negundo. ¿Arbolitos enanos para los macetones de la terraza y las jardineras alrededor del chalet? Acer palmatum y japonicum. ¿Árboles con vocación silvestre-autóctona para tu jardín-parque? Acer campestre y monspessulanum… Y aún hay más, mucho más.
Hoy en día, uno de los árboles de sombra o frondosas más utilizados para alineaciones en vías públicas y grupos en parques urbanos es el semiautóctono acirón (Acer platanoides), con deliciosas variedades de hoja negra como la “Crimson King”. Otra especie triunfadora dentro del género Acer es la pseudoplatanus, a la que pertenece el sicomoro o falso plátano, con, entre otras variedades, “Rubrum” y “Purpurascens”, de otoños fantásticos.
Entre los arces americanos (Acer negundo), puedes encontrar variedades con hojas plateadas, “Argenteovariegatum«, y doradas, “Aureovariegatum”.
Si te das una vuelta por la sierra de Guadarrama de Madrid y su herreriano
El Escorial, no te pierdas la subida a la Silla de Felipe II. Se trata de un camino entre bosques de robles, fresnos y pinos, culminado por «la Silla», que es una enorme roca de granito en forma de trono, desde la que el monarca contemplaba la evolución de las obras de «su» Monasterio. Presidiendo ese inmenso grupo de piedra berroqueña dura y áspera que domina toda la Herrería, un grupo de arces de Montpellier elimina toda duda de por qué a Felipe II le encantaba este sitio.
CUIDADOS
La plantación
Aunque la mayoría de tratados de arboricultura consideran a los arces japoneses (A. Palmatum y japonicum) arbustos, todos los arces son árboles, aunque sean arbolitos. Y como tal se deben cultivar, empezando por plantarlos preferentemente en invierno, cuando no cuentan con hojas. La mayoría podrás comprarlos a raíz desnuda, presentación muy económica y segura en invierno.
El emplazamiento
Resulta imposible decir: «los arces son árboles de sol, o de sombra, o de mitad y mitad». Y es que puedes encontrar tanto arces de umbría (A. Palmatum y japonicum), a los que un rayito de sol aislado les perjudica, como arces de pleno sol (ejemplos claros, el pseudoplatanus o el platanoides), que necesitan al astro rey para potenciar sus brillantes tonos foliares.
El terreno
Los arces silvestres y autóctonos, campestre y de Montpellier (A. Campestre y monspessulanum) se adaptan muy bien a suelos pobres. Pero la gran mayoría requiere terrenos fértiles, a poder ser cargados de materia orgánica y con esa humedad natural que no pueden conseguir los riegos, solo el clima. No conviene plantar arces como especie colonizadora.
El riego
Al disponer de arces en recipientes para balcones y terrazas, como los palmatum, japonicum y algún negundo pequeño, como los de hoja matizada, la cantidad de agua a aportar depende de las características de cada cacharro. Por lo general, los árboles en tiesto necesitan mucho riego a partir del tercer año, en que los sistemas radiculares han desplazado al sustrato.
La poda
Los arces son bellos en forma libre, dejándolos a su aire. Adoptan sus aspectos naturales con gracia. Lo que sucede es que para conseguir ejemplares de sombra adecuados a las necesidades y a la estética del jardín, hay que someterlos a la poda de formación, que consiste en suprimir la guía central dominante.
La multiplicación
Como todos los árboles, es decir como todas las especies leñosas, los arces se multiplican por estaquilla, que consiste en poner a enraizar los terminales de ramillas hasta su plantación en la primavera siguiente. Su capacidad de arraigo es muy buena, pero para conservar determinadas características de una variedad también es posible recurrir al injerto de la misma sobre patrones rústicos, como los arces silvestres.
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